jueves, 15 de febrero de 2018

Milonga de Sete Cidades (A Estética do Frio)


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Milonga de Sete Cidades (A Estética do Frio)
(Milonga de Siete Ciudades - La Estética del Frío)

Fiz a milonga em sete cidades / Hice la milonga en siete ciudades
Rigor, Profundidade, Clareza / Rigor, Profundidad, Claridad
Em Concisão, Pureza, Leveza / En Concisión, Pureza, Levedad
E Melancolia / Y Melancolía

Milonga é feita solta no tempo / La milonga se hace suelta en el tiempo
Jamais milonga solta no espaço / Jamás la milonga suelta en el espacio
Sete cidades frias são sua morada / Siete ciudades frías son su morada

Em Clareza / En Claridad
O pampa infinito e exato me fez andar / La pampa infinita y exacta me hizo andar
Em Rigor eu me entreguei / En Rigor yo me entregué
Aos caminhos mais sutis / A los caminos más sutiles
Em Profundidade / En profundidad
A minha alma eu encontrei / Mi alma encontré
E me vi em mim / Y me vi en mí

Fiz a milonga em sete cidades / Hice la milonga en siete ciudades
Rigor, Profundidade, Clareza / Rigor, Profundidad, Claridad
Em Concisão, Pureza, Leveza / En Concisión, Pureza, Levedad
E Melancolia / Y Melancolía

A voz de um milongueiro não morre / La voz de un milonguero no muere
Não vai embora em nuvem que passa / No se va en la nube que pasa
Sete cidades frias são sua morada / Siete ciudades frías son su morada

Concisão tem pátios pequenos / Concisión tiene patios pequeños
Onde o universo eu vi / Donde el universo vi
Em Pureza fui sonhar / En Pureza fui a soñar
Em Leveza o céu se abriu / En Levedad el cielo se abrió
Em Melancolia / En Melancolía
A minha alma me sorriu / Mi alma me sonrió
E eu me vi feliz / Y me vi feliz

*

Por lo que anduve leyendo, paisano, en este tema don Ramil está explicando su rumbo musical, la “estética del frío”. El autor explica, lo he escuchado en una entrevista, todo el conflicto y el gusto de ser parte de un Brasil distinto. Descartando explícitamente ideas separatistas, él habla de las grandes similitudes del sur de Brasil con Uruguay y con Argentina (y deberíamos nosotros aclarar: "con una parte de Argentina"; eso no lo tenemos siempre en cuenta “los del Puerto”). Y así cuenta como fue al norte, tropical, de las sambas y las bossa novas y luego prefirió volver. Y, sin descartar otras cosas, seguir explorando la milonga, que sería el tipo musical por antonomasia que define a esta estética del sur, de la pampa y los gaúchos, estética del frío.

Apenas leí la letra de esta milonga sentí como unos aromas marechalianos. Que juzguen los que sepan, pero digan si no hay algo del poeta argentino en esas ciudades-cualidades, o en esas “siete ciudades frías son su morada”, verso que no sé por qué me hace acordar a cosas como “cuatro elementos en guerra forman el caballo salvaje”…

La melancolía, como siempre, musa de grandes músicos poetas, hace su aparición. Y como también siempre recomendamos (es como el sesgo educativo del blog): nosotros deberíamos tratarla con cuidado.

Mis versos favoritos, y ya los llevo encima para usarlos cuando sea el momento justo, son: "Concisão tem pátios pequenosOnde o universo eu vi". Serían muy del gusto de Enrique García-Máiquez, creo. Y de todos aquellos que disfruten el post breve, las palabras sencillas y despojadas de adornos que en su pequeñez revelan, por el contrario, un mundo enorme. Y muchas veces por su brevedad logran llegar al otro con efectividad, en estos tiempos en que se hace de todo y no hay tiempo para nada.

lunes, 12 de febrero de 2018

Con Kipling, a islas desiertas y playas multitudinarias

En "El libro de la Selva" hay un capítulo que no tiene que ver con la selva y es el de la foca blanca. Es el primer libro que leo donde nombran a las Islas Aleutianas (satisfacciones que solo se deben poder encontrar en libros de Verne, digo yo, pues no lo sé). Y luego de eso se nombran muchísimas islas de alrededor del mundo; aparece hasta Kerguelen, isla que siempre me atrajo por su posición en el globo terráqueo.

En mi único año en “la Alliance” tuve que hacer una exposición sobre un territorio francés de ultramar. Y mientras todos eligieron lindas playas yo elegí, sin poder explicar por qué, la Isla de Kerguelen. ¡Cómo no haber respondido: “pues no ven que es la que eligen esos grandes creadores de aventuras”! ¿Quién no quisiera ir a un lugar misterioso así, antes que a tostarse al sol en una playa con un trago en la mano? Y si tomamos los suficientes recaudos, hasta podríamos llevar algo en la bitácora para sacar en el momento exacto y disfrutarlo en un lejano mar austral (armar un fueguito y cebar un buen mate, por ejemplo).

Volviendo a las Aleutianas, hay que decir que escuchando el relato de Kipling sobre las focas no pude evitar el recuerdo de antiguos días en las playas del centro marplatense (llenas de humanos):

“(…) Desde un montículo llamado colina de Hutchinson, uno podía divisar más de tres millas y media de terreno cubierto de focas en plena lucha, mientras la espuma de las olas se veía punteda de cabezas negras de focas que tenían prisa por llegar a tierra firma para no perderse su parte de la pelea. Luchaban en medio de las rompientes, luchaban sobre la arena y luchaban entre las rocas de basalto pulido que servían de marco a los criaderos, porque eran tan estúpidas e inconformistas como los hombres. Sus esposas no llegaban a la isla hasta últimos de mayo o principios de junio, ya que no tenían ninguna intención de que las hicieran pedacitos; mientras que las focas jóvenes de dos, tres o cuatro años, que aún no habían formado un hogar, se internaban una media milla tierra adentro cruzando las filas de combatientes para jugar entre las dunas en manadas y legiones y destrozar todo lo que pudiera tener un aspecto mínimamente verde. Recibían el nombre de holluschickie -los solteros-, y sólo en Novastoshnah debía haber unas doscientas o trescientas mil.

Gancho de Mar acababa de dar fin a su pelea número cuarenta y uno de aquella primavera, cuando Matkah, su suave y elegante esposa de cándida mirada, hizo su aparición saliendo del mar, de donde la cogió por el cogote y la depositó en su plaza reservada, comentando con un gruñido:
- Llegas tarde, como siempre. ¿Dónde te habías metido?
Gancho de Mar tenía la costumbre de no comer nada durante los cuatro meses que pasaba en las playas, por lo que solía estar de un humor pésimo. Matkah sabía que contestarle mal no la llevaría a ninguna parte, así que lanzó una mirada a su alrededor y dijo con voz melosa:
- ¡Qué detalle por tu parte! Has vuelto a coger el sitio de siempre.
- Puedes estar segura de que lo he cogido -dijo Gancho de Mar-. ¡Mírame! Tenía cortes y sangraba por más de veinte sitios distintos; estaba casi tuerto y tenía los costados hechos jirones.
- ¡Ah, los hombres, cómo sois los hombres! -exclamó Matkah, abanicándose con la aleta trasera-. ¿Por qué no tenéis un poco más de sentido común y os ponéis tranquilamente de acuerdo en la distribución de los criaderos? Tienes toda la apariencia de haber estado luchando con orca, la ballena asesina.
- No he hecho más que luchar desde mediados de mayo. Es una vergüenza lo atestada que está la playa este año. Me he topado con no menos de cien focas de la playa de Lukannon en plena búsqueda de hogar. ¿Por qué no se quedará la gente donde le corresponde?
- A menudo he pensado que nos iría mucho mejor si nos mudáramos a la isla de las Nutrias, en lugar de permanecer en este lugar tan lleno –dijo Matkah.
- ¡Bah! A la isla de las Nutrias solo van los holluschickie. Si nos fuéramos allí, dirían que tenemos miedo. Y hay que cuidar de las apariencias querida.

Gancho de Mar metió orgullosamente la cabeza entre sus gruesos hombros y fingió dormirse durante unos pocos minutos, pero en ningún momento dejó de tener los cinco sentidos puestos en otra posible pelea. Ahora que todas las focas macho y sus esposas estaban en tierra, se podía oír su clamor a varias millas de distancia, en mar abierto, más fuerte que la más sonora de las tempestades. Contando por lo bajo, debía haber más de un millón de focas en la playa: focas viejas, focas madres, bebés recién nacidos y holluschickie, peleándose, riñendo, gimoteando, arrastrándose y jugando juntos; o bajando hasta el mar y volviendo a subir en grupos y hasta en regimientos; tendidos, en fin, sobre todos y cada uno de los palmos de tierra forme hasta donde alcanzaba la vista: siempre por batallones y entre escaramuzas en medio de la niebla (…)”.

viernes, 9 de febrero de 2018

Beyond the hills 3 (Villa de las Rosas)


"I'm going where the sun keeps shining
Through the pouring rain"
(Fred Nail, vía Tedeschi Trucks Band)

Tercera vez en Traslasierra. (Para recordar la primera vuelta hay que cliquear en este “clic” y para recordar la segunda en este otro “clic”).

Me fui con Scott Hahn pero lo abandoné, con algo de pesar, para quedarme con una señora inglesa llamada Diana Wynne Jones. Quizás ahora que terminé su libro, “El castillo ambulante” (sí, la novela que dio origen a la película de Miyazaki “Howl’s moving castle”), pueda continuar con “La cena del Cordero” de donde, sin embargo, los primeros días de vacaciones transcribí este pequeño fragmento:

"(...) Una todáh comienza con el recuerdo de una amenaza mortal y a continuación celebra que Dios haya librado al hombre de aquella amenaza. Es una poderosa manifestación de confianza en la soberanía y compasión de Dios.
El salmo 69 es un buen ejemplo. Una súplica urgente de liberación ('¡Sálvame, oh Dios!') es al mismo tiempo la celebración de la eventual liberación ('Bendeciré el nombre de Dios con un canto [...], porque el Señor escucha al necesitado').
Quizá el ejemplo clásico de todáh es el Salmo 22, que comienza con 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?'. Jesús mismo lo citó cuando estaba muriendo en la cruz. Sus oyentes debieron reconocer la cita y debían saber que este canto, que comienza con un grito de abandono, termina en un tono triunfante de salvación. Citando esta todáh, Jesús demostraba su confiada esperanza de liberación".
(Scott Hahn, La cena del Cordero, capítulo III)

Este es un libro de mucha mayor profundidad que aquella novela inglesa, pero está visto que cada cosa tiene su tiempo. También viajé con la Tedeschi Trucks Band y allá la abandoné por el Chango Spasiuk y por Vitor Ramil. Pero la Tedeschi Trucks tuvo tiempo de dejarnos estos versos, que tenían alguna resonancia espiritual muy apropiada para el momento en que leía a Hahn:

In every soul there’s a psalm
Coming to find you to sing along
(Tedeschi Trucks Band, In every heart)

Como decía, el Chango ganó su lugar cuando al recorrer los caminos de tierra de Villa de las Rosas, Las Tapias, Los Molles o Quebrada de los Pozos, sonaba su Suite del Nordeste. Algunos dirán que esa música es más de la mesopotamia, pero no es así. Porque esa música del Chango es internacional y así, cuando va al mundo y vuelve, ya sienta muy bien en cualquier parte de la Argentina. Pruébenlo y verán.

En Villa de las Rosas se viene armando, jueves y sábados, una multitudinaria feria de artesanías y comidas a donde llegan artistas y “cocineros” de toda la zona. Buenísima. Y hay de todo porque hasta había un puesto que resultó ser del sello discográfico SURA, que tiene ediciones de grandes artistas. Y mucho más barato que en las disquerías, porque es como comprar “directo de fábrica”. Me llevé el disco doble del gaúcho brasileño Vitor Ramil llamado “Foi no mês que vem”.

En el vendedor encontré un fanático de los discos, con quien compartimos la tragedia de los autos o lugares sin “pasa CD” y quien me confesó que él también los pasa a digital y se lleva el CD con la cajita en la mano. Y en el autor, Vitor Ramil, a quién conocía por su canción “Estrela, estrela” en la interpretación de Georgina Hassan, vengo encontrando un gran músico y poeta. Se prepara ya una entrada. El superdisco doble que compré reúne muchas de sus canciones reinterpretadas con nuevos arreglos e invitados de lujo entre los cuales está nada menos que el tan estimado Carlos Moscardini. Otros son Milton Nascimento, Fito Páez, Pedro Aznar, Jorge Drexler, y hay más.
(Hay que saber, y correr a conseguirlo, que Vitor Ramil tiene con don Carlos Moscardini todo un disco completo llamado “Delibab”, hecho sobre poesías de Borges y João da Cunha Vargas).

“Foi no mês que vem” lo empecé a escuchar por las noches, con el infaltable “discman”, acostado boca arriba en la penumbra, mientras ella dormía, la luna iluminaba tenuemente las ventanas y el ventilador de techo giraba a toda velocidad. Así escuchaba por ejemplo:

“Eu, astronauta lírico em terra
Indo a teu lado, leve, pensativo”.

Con M. y los chicos hicimos un montón de cosas, desde caminatas hasta sostener una serpiente. Desde una cabalgata hasta leer un libro. Mucha pileta. Hicimos fuego y salchichas. Conocimos el pueblo de Panaholma con el Padre Gabriel, quien celebró una misa muy especial en la pequeña capilla. No muy pequeña, a decir verdad, ya que sabemos que en Córdoba los pueblos más pequeños tienen “flores de iglesias” y Panaholma no es la excepción. Fue la última que hizo Brochero, dicen sus habitantes.

Volvimos a casa con escala en Bell Ville.